Ha rugido el volcán, viejo y niño,
y la lava cae caliente de sed,
lleva el sonido del viento,
y el calor de la noche lleva.
Se va adentrando en la montaña fría, eterna.
Vuela, rie y amanece,
salpica con su canto, riega y envejece.
Dentro de sí hay risa y lluvia,
y va llegando, sola ella,
y va volando, llega.
Pasa y quema tu cuerpo,
sueña y tiene las alas del sueño,
llega bajando, empinada cuesta.
Si me das canto, se alza la cresta,
de una montaña azúl, que rompe la esfera,
que envuelve, agita y tiembla.
Que escupe los soles, con garganta abierta,
y maldice las penas, acostado en ellas.
Por vida esta y aquella.
jueves, 16 de abril de 2009
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